SESENTA Y CINCO

por Isra Fdez

Saetas sobre el corazón que vivió en algazara,
cambrones en la sinrazón de mi plebeya cara.

Las cadencias suenan en la noche soñolienta,
aves sobrevuelan surcando ante mi venta.

El ocaso llora por verme tan desabrido,
mi cuita me ha engendrado bandolero y forajido.

Viajé errante sobre serrijones sobre besanas, sobre trigales,
el tahúr de los corazones cainó mis ideales.

No podría plañir pues estoy demasiado enjuto,
el amor histrión todo a matado, hay luto.

Como baobabs criminales fueron tus besos,
me atraparon fatales cortaron mis versos.

El cielo bermejo reflejado desde el pretil;
tuve un arnés añejo hoy sin yunque soy viril.

Se efunde sangre y linfa desde mis áridas manos,
y yerto de labriego pido socorro a mi Amo.

Correr un gran albur, es aprender a ser,
tornasoles en mi mente no me dejan ver.

Eras de alto semblante nacida de un limo joven,
amable y elegante, hoy una montarace:
Trémulos muslos, abismales pupilas, amasijo de palabras,
tras todo me soplaste un “adiós”, ¿de qué me hablas?
– ¿Un adiós definitivo? ¿Un adiós quijotivesco?
– ¡¿Un amor improductivo?! ¿Por qué me hacer esto?

Pero lucharé en la sempiterna esperanza de mi vida,
quimera sobre quimera, mientras la ventolera olvida… mi ventolera perdida.

‘SEVENTEEN’, 4 de enero de 2003, publicado originalmente para el blog ‘El Constante Devenir‘.